La elaboración era muy sencilla. A la hora de hacer la matanza, se mezclaba la carne de cerdo con patata, ajo, sal y pimentón.
Con ello se conseguía que la carne del animal diera más de sí, con los mismo kilos se podía hacer más chorizo.
Se trata de un plato de enormes connotaciones sentimentales, puesto que se extendió al norte de España con los movimiento de los extremeños emigrantes a mediados del siglo pasado.
Una de sus notas más características es que se puede comer untada en pan, como si de una sobrasada se tratara.
Muchos más conocidos son otros platos extremeños, aunque no esté tan claro que hayan nacido aquí, como las migas, la caldereta, la chanfa

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